25 de febrero de 2013

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

© Diego Ruiz Martínez

       Quién no ha deseado alguna vez tener un ángel de la guarda, alguien que te proteja cuando se está en peligro. Yo tengo esa suerte desde hace seis meses, una serie de graves accidentes se han ido sucediendo ininterrumpidamente, a cual más grave; accidentes de tráfico, graves caídas mientras practicaba escalada, accidentes laborales, etc..., para mi suerte siempre salí ilesa, algo muy raro para la gravedad de los accidentes. Era algo inexplicable para mí y para todo el mundo, hasta que un día un enigmático personaje me llamó la atención, recordé que no era la primera vez que le veía, en todos mis graves accidentes se encontraba presente, eso me llevó a pensar que era mi ángel de la guarda que me protegía y desde ese día nada me preocupa estoy muy tranquila, nada me da miedo.

LA LIBERTAD

© Diego Ruiz Martínez

       En estos tiempos convulsos en que vivimos, se afirma que los hombres han perdido la fe en Dios, quizás sea verdad, pero a mi humilde parecer ha sido Dios quien ha perdido la fe en los hombres.
       La estupidez humana no tiene límites, se nos entregó el Paraíso y lo convertimos en el Infierno, se nos dio libertad y creamos la esclavitud. Mientras reflexiono, observo por la ventana de mi habitación cómo pasan los pobres infelices camino a su trabajo, se sienten afortunados creen tener un gran privilegio, el tan ansiado trabajo, son los nuevos esclavos de la mal llamada sociedad del consumo. Yo también me siento afortunado y no tendría que sentirme así, no tengo trabajo, pero no me importa decidí dejarlo quería volver a ser libre. Pero la libertad tiene un precio y estoy dispuesto a pagarlo, no tengo ni familia ni amigos, nadie a quien dar explicaciones, puedo hacer lo que me apetezca y lo voy a hacer; la libertad está cerca, solo tengo que dar un último paso, el más difícil pero también el más fácil y gratificante. La recompensa es muy grande recuperar lo que decidimos por propia voluntad perder la libertad.

EL EXTRAÑO

© Diego Ruiz Martínez

       Ángel atemorizado no para de mirar por la ventana de su habitación, hace ya días que no sale a la calle y prácticamente se pasa todo el tiempo encerrado en ella. A lo largo de su larga vida nunca se había sentido así, con 85 años nunca hubiera podido imaginar que acabaría recluido en su casa por temor al extraño que cada día a las cinco desde hacía poco más de un mes intentaba sin éxito entrar en su casa.

      —Hoy estoy preparado si vuelve a intentar entrar acabaré con su vida, lo prometo no dejaré que me haga daño —dijo Ángel, mientras apretaba fuertemente un cuchillo que tenia agarrado con su mano derecha— no me hará daño, no me hará daño.

EL CASTIGO

Advertencia: este relato puede herir la sensibilidad de algunos lectores
© Diego Ruiz Martínez

      ¿Cómo puedo ser tan estúpida?, ¿cómo puedo ser tan torpe?, ¿por qué Dios no me hizo más lista?, estas y otras preguntas no paraban de resonar por mi cabeza mientras lloraba desconsoladamente. Sentada en el sofá temblando de miedo, esperaba que mi marido llegara del trabajo, ¿qué le diría a mi marido?, ¿cómo le explicaría lo ocurrido?